Sergio Galán corta una oreja en su compromiso con San Isidro
Oreja y tormenta
Y llegó el día. Madrid. San Isidro. Las Ventas… Con la plaza casi llena, la lluvia intentó ser la protagonista. Pero no pudo. La afición lo es más. Nervios a flor de piel, mariposas en el estómago. Mariposas que suenan a toros… “Mariposo” fue el encargado de abrir el lote de Galán. Un astado de Carmen Lorenzo, negro de capa, que recibía Amuleto a portagayola para con temple y torería parar al animal en los medios del enorme ruedo de Las Ventas. Cogió entonces el testigo Ojeda, que colocando al toro a dos pistas puso una primera banderilla mientras los pitones de “Mariposo” rozaban su costado. Los aplausos del coso madrileño nada tenían que envidiar a la tormenta que había caído hace solo unos instantes. Hasta tres banderillas colocó Sergio montado en Ojeda antes de que Titán, con sus piruetas, invadiera el albero. Una…Dos…y hasta tres piruetas en la cara del toro, al que todavía le faltaba verse cara a cara con Apolo. Confianza plena entre torero y caballo para hacer lo que hicieron: colocar un par a dos manos invadiendo casi al completo los terrenos del toro. Finalmente, Óleo salió para poner punto y final a este primer capítulo de la tarde, no sin antes clavar dos banderillas cortas. Ahora sí. Tras una artística “llamada telefónica”, Galán se encaminó hacia el rejón de muerte y allí se colocaba, en los medios, solos, Apolo, Mariposo y Sergio, para finalizar la faena con un rejonazo en todo lo alto que le valió al taranconero para pasear la primera oreja de la tarde. Primera… y última, porque tras la lluvia de pañuelos (y de agua, todo sea dicho) no hubo pañuelo blanco en el segundo.
“Panduro” era el nombre del astado de El Capea que cerraba el lote de Sergio Galán. Un toro distraído que intentó templar Artista de salida. Las banderillas partieron de la torería de Embroque y Apolo, que volvía a poner los tendidos en pie tras colocar un par de banderillas a dos manos. ¡Y otro más! Óleo, finalmente, volvía a pisar el ruedo venteño para cerrar la faena con dos banderillas cortas y, desgraciadamente, con una estocada efectiva después de un pinchazo. Así se despedía Sergio Galán un año más de Madrid. Pero no es una despedida…más bien un hasta pronto.