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Sergio Galán

Sergio Galán, 20 años de clasicismo.

Así titulan en el semanario 6Toros6, la magnífica entrevista que  Maribel Pérez ha realizado a Sergio Galán. Son 20 años de pureza y de clasicismo, eso nadie lo va a discutir a estas alturas de su vida profesional. Pero también han sido 20 años de sacrificios, de alegrías, de amarguras y de experiencias nunca antes soñadas. Son 7 salidas a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas, son 9 veces consecutivas triunfando en Pamplona, donde Nimes triunfó en su única comparecencia, abriendo la Puerta de los Cónsules y no ha regresado jamas. En Arles, también triunfó y tampoco volvió. Son esas incongruencias que el destino depara a los que triunfan.

Como el avanza en la entrevista, sigue siendo fiel a su estilo y a su concepto, para eso hay que tener las ideas muy claras y profundizar en la búsqueda de la calidad y de la perfección. Por otro lado, tres de sus caballos, han sido elegidos en la cuadra ideal del 2016. Como no podía ser de otra manera, en ella se encuentran, Óleo, Embroque y el Capitán General de la cuadra de Sergio. OJEDA.

Os dejamos a continuación todas sus respuestas y el resumen numérico de toda su temporada. 

 

Todo cambia y nada permanece. Pero ser fiel a un estilo propio durante dos décadas sin que nadie te logre apartar de tu objetivo es un mérito sólo al alcance de unos pocos privilegiados. Además de eso,  el suyo es que a base de un toreo puro ha conseguido mantener intacto su status en las ferias del primer circuito ininterrumpidamente durante quince temporadas. Porque en ese grupo de cabeza, Sergio Galán ha abierto la Puerta Grande de Las Ventas hasta en siete ocasiones. La última, la temporada pasada. Y en Pamplona otra nueve y de forma consecutiva. Galán se viste de gala este 2017 para celebrar sus veinte años toreando a caballo.

 

Autodidacta y sin maestros. Aprendiendo y enseñándose a sí mismo. Doble mérito para un rejoneador que sigue defendiendo con uñas y dientes su elevado status temporada tras temporada.

-Lejos quedan aquellos comienzos en una plaza de remolques. ¿Imaginabas entonces que llegarías a celebrar dos décadas como torero a caballo?

-Qué va, qué va, todo lo contrario… Aquellos inicios aún no eran como profesional, pero ya para mí era un sueño inalcanzable el poder torear. De hecho, me costó mucho convencer a mis padres, que no estaban por la labor. Me iban dando esas oportunidades para ver si se me pasaba esa golosina, porque en mi familia no había una estructura taurina, y lo veía muy complicado. Poder decir que he pasado veinte años toreando y haciendo lo que me gusta, manteniéndome y haber crecido, es todo un orgullo.

-Veinte años dan para mucho. ¿Qué es lo que más ha cambiado en ti y en el rejoneo estas dos décadas?

-Ha habido una evolución muy grande en ambos aspectos. Soy muy autocrítico, y lo que más me agrada es que mi evolución ha sido abismal, porque además lo hice de forma autodidacta, ya que nunca tuve un maestro que me enseñara… Y el rejoneo lo mismo, ha cambiado una enormidad, hasta el número de festejos. Cuando yo empezaba los primeros rejoneadores terminaban en el escalafón con 100corridas, cuando este año no hay casi ninguno que haya llegado ni a las cuarenta.

-Y ¿en qué se ha traducido esa evolución como profesional?

-He evolucionado sobre todo en mi concepto, porque siempre tuve claro el toreo que me gusta y quería hacer, que era el toreo muy clásico y puro. Siempre me he preocupado de mejorarlo y creo que lo he conseguido. La prueba está en los resultados y también en que he logrado mantenerme en las ferias.

-Centrándonos en tu temporada. Madrid ha sido la punta del iceberg un año más. En su momento fue la plaza que te puso en circulación en 2003 y ese año te ha vuelto a poner en el candelero. ¿En el mundo del rejoneo, Madrid es tan importante como en el toreo a pie?

-En mi trayectoria se puede ver que Las Ventas fue la plaza que me empujó y me dio prácticamente todo. Es cierto que la cosas han cambiado mucho desde aquellos años y ha habido un pequeño cambio, pero Madrid es la plaza más importante del mundo y es la que le cambia la vida a todos los toreros, tanto a pie como a caballo.

-Esa tarde fue rara y complicada a la vez: era la final de la Champions del Madrid-Atlético y había llovido. ¿Cómo te sobrepusiste a todo eso?

-Se juntó todo… Al principio con un poco de incertidumbre porque había muchos factores en contra: había estado lloviendo todo el día, el piso no estaba muy bien y encima el hándicap de ese evento y había buen ambiente pero no era igual que las otras tardes. Pero cuando uno está en Madrid te centras en poder cuajar un toro. Tuve la suerte de que me tocó ese segundo que fue muy noble y que me dejó poder hacer cosas muy bonitas y poder cuajarlo. Al final me sobrepuse a todos esos inconvenientes y hubo final feliz.

-¿Hay alguna plaza en la que los triunfos cuenten más ene l toreo a caballo que a pie?

-La más importante es Madrid. Luego otras como Sevilla… Pero en mi trayectoria ha habido dos fundamentales: Madrid y Pamplona. En Madrid he abierto siete veces la Puerta Grande y en Pamplona, nueve consecutivas. Ambas son referentes que siempre tendrán esa importancia.

-Sin embargo, siendo un clásico de San Fermín, este año no toreaste en Pamplona después de muchos años. ¿Lo has echado de menos?

-Llevaba nueves años saliendo a hombros consecutivamente, pero era consciente de que el año anterior no había tenido suerte, pinche los toros, tampoco embistieron y al final, es verdad que después de treces años acartelado allí, tanto para la empresa como para mí, yo entendía perfectamente que hubiera un cambio este año. Lo único que es verdad que ya que he descansado este año, una ya está loco y ansioso por volver a esa plaza.

-Aparte de Madrid, cuáles han sido tus mejores tardes?

-Cuenca fue bonita, también Murcia, Salamanca… Luego  otras muy importantes en sitios de menor importancia, pero la temporada en sí ha tenido una regularidad muy grande, he podido disfrutar mucho, cuajar muchos toros, la cuadra ha respondido fenomenal… Ha sido una temporada para quedarse interiormente satisfecho.

-¿Y en cuál de ellas te sentiste más?

-En muchos sitios. De éstas, por ejemplo en el último toro de Salamanca; en el segundo de Murcia… Son faenas que me encontré muy bien. Quizá la faena más redonda de la temporada fue en Herencia, que fue televisada, corté cuatro orejas, embistieron los dos toros, pude disfrutar y torear como a mí me gusta.

-Y lo menos bueno, ¿qué fue?

-Alguna racha con el rejón de muerte. Hubo algunas ferias que tenía el triunfo en la mano y pinché algún toro, por ejemplo en El Puerto de Santa María… Tardes donde la espada me jugó una mala pasada. Gracias a Dios fue puntual, pero sí que me queda esa espinita.

-Un año más, la temporada fue exclusivamente nacional. Te has prodigado poco fuera de nuestras fronteras, sobre todo en Portugal, que para el toreo a caballo en una segunda patria. Si no me equivoco, sólo has toreado dos tardes allí a lo largo de tu carrera. ¿Por qué?

-La primera vez fue cuando yo empezaba, era muy nuevo y aunque la experiencia salió bien, al final no me quedé con buen sabor de boca. Y la última tarde salió todo muy redondo. Después hubo momentos de poder ir, pero lo que me han ofrecido no me ha interesado. Por eso guardo esa novedad de que no me tienen visto para cuando surjan unas propuestas que realmente me interesen. Nunca he sido de quemarme mucho, de torear por torear, porque interese ir sumando. Siempre me gustó reservarme para cuidar mi imagen y en el momento que crea oportuno, tener esa novedad.

-En América aún no has debutado y a Francia no vas desde 2013.

-En América nunca he toreado, aunque estuve a punto de ir. Me dio un poquito de miedo, porque compañeros que habían estado me habían hablado de que no era fácil lo que hay que mover de caballos, de transporte, de viajes, es una enormidad… Y de momento no me he echado para adelante, es una cosa más personal y no me he atrevido a ir. Francia me queda la satisfacción de que la última vez que pisé Nimes hace mil años corté tres orejas y salí por la Puerta de los Cónsules y la última vez que pisé Arles le corté dos orejas a un toro. Son cosas del sistema que ya no dependen mucho de uno y no están en la mano de los toreros…

-¿En qué momento te encuentras ahora mismo en tu carrera y hacia dónde crees que evolucionará en los próximos años?

-Siempre mejorar como torero. Cuanto más intentas crecer tienes que ir sacando defectos y puliendo. Quizá ya son más matices que cuando uno es más nuevo y es más evidente, ahora a lo mejor la evolución es más sutil para los de fuera pero siempre hay muchas cosas que mejorar y siempre tienes muchas cosas en mente para hacer y conseguir.

-Con esa trayectoria que ya tienes, tu época de irrupción ya pasó, también tu consolidación, y ahora estás en la etapa de madurez. ¿En qué notas esos distintos estados?

-Sobre todo en la rotundidad de las faenas, en la profundidad, en la naturalidad, en el poso, en el reposo, que todo es más contundente. Cuando uno tiene ya esa veteranía, todo es más rotundo, más reunido, más conjunto, las faenas tienen otra ligazón, y sobre todo más profundidad y más hondura.

-¿Tu competencia dónde está más, con Hermoso y Ventura o por luchar codo a codo con Leonardo, Andy y Lèa… en un puesto privilegiado para rematar los carteles?

-Mi obsesión es ser el primero, ser mejor que ninguno, está claro, y dentro de mi concepto. Luego para gustos están los colores, hay gente que le gusta un tipo de torero y a otros otro, pero mi objetivo es mejorar, sorprender, tener una calidad en mi torero que vaya por encima de todo eso. Pero tengo claro que mi prioridad no es rellenar carteles, sino ser el mejor. La competencia es con todos, a veces toreas con unos y otras con otros, pero no hago distinciones. Mi meta es ser el mejor, e ir creciendo cada temporada en status.

-Tener ese concepto de clasicismo con menos espectacularidad que otros, ¿te ha podido perjudicar en ocasiones de  cara a llegar al público más profano?

-Está claro. El toreo más clásico y más puro, lo dice la palabra, es menos orejero. Para el público menos entendido, que encima en el toreo a caballo hay un gran público que solamente va ese día a pasarlo bien con los hijos a ver un espectáculo, pues no lo hace más fácil. Esa es una de las cosas de las que estoy orgulloso, que desde que empecé no me he salido de mi concepto y eso es muy difícil. La prueba está en que hay muy pocos que lo mantienen. Hay muchos que empiezan con ese concepto, pero al final no tienen más remedio que ir desviándose a otro tipo de alardes para poder cortar más orejas y mantenerse. Por eso me da orgullo haber sido fiel a mi concepto, porque lo complica un poco más.

-Y con esa dificultad que conlleva, ¿cómo has conseguido seguir siendo fiel a tu concepto?

-Tener las ideas muy claras y profundizar sobre eso, Lo que no va por un lado tiene que ir en calidad, ir buscando más calidad en ls suertes, que tu cuadra tenga una cualidad toreando. En el toreo puro y clásico tienes que buscar esa calidad, esa profundidad y esa pureza e intentar transmitirla, marcar la diferencia así, toreando despacio, enganchando los toros, usando más el caballo como una muleta.

-¿Qué caballos han rayando a mejor altura?

-De salida, “Amuleto”, que es ya veterano; de banderillas, “Ojeda” y “Apolo”, y “Titán”, un caballo que usaba de reserva y que ya lleva tres temporadas saliendo todos los días; y de último tercio “Óleo”, que ha hecho una gran temporada.

-Muchos se acuerdan del mítico “Montoliú”, que quizás sea el caballo con el más se te asocie por esas batidas y quiebros al pitón contrario tan espectaculares. ¿Tienes algún caballo ahora con esas connotaciones?

-El hecho de sustituir a un caballo como ese es muy difícil… Son caballos únicos. Y desde que ya no lo tengo ando buscando uno que pueda si no hacerlo igual, que haga algo similar, pero e difícil. Ahora tengo a un hijo de “Vidrié” que fue importante en mi cuadra, que también tiene cosas muy buenas. Pero ese es uno de los hándicaps que tenemos los torearos a caballo. Eso no se consigue de un día para otro. No es fácil conseguir caballos que tengan esa personalidad. Puedes encontrar otro que haga otra cosa pero sustituir ciertos caballos es muy, muy difícil.

-¿Habrá alguna novedad este 2017?

-Sí. Ese del que te hablaba es “Embroque”, que lo hice debutar en algunas corridas. Me tiene muy ilusionado, puede aportar a la cuadra una variedad importante y puede llamar la atención. También tengo a “Capricho”, que lo saqué este año y este que viene estará más cuajado.

-¿Harás algo especial para conmemorar esos veinte años?

-Me gustaría hacerlo, porque han sido dos décadas de muchísimo sacrificio y esfuerzo, de luchar por un mismo objetivo, de una vida dedicada a una profesión, y no todo el mundo puede decir que lleva veinte años creciendo o manteniéndose ahí. Sí que lo he hablado por encima con mi apoderado y me gustaría hacer algo especial, pero aún todo está muy tierno  y en el aire.

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