"Un año de consolidación, regularidad y satisfacción" (Porelpitonderecho.com)
Leo Cortijo habla con Sergio Galán de la temporada 2014 en esta entrevista publicada en la web taurina porelpitonderecho.com
Un año más o un año menos. La temporada 2014 para Sergio Galán ya es historia, y de ella destaca, fundamentalmente, su quinta puerta grande en Las Ventas y el triunfal regreso a Cuenca, que concibe como su casa. Este año no ha sido nada fácil, sobre todo en sus inicios, y es que además de tener que pelearse contra un sistema impuesto que muchas veces no premia al mejor en el ruedo, sino al mejor rodeado, también tuvo que lidiar con un golpe muy duro como fue la muerte de uno de sus caballos más importantes, ‘Vidrié’. Cual espartano a caballo ha derribado puertas y ha acabado entrando en ferias a base de un concepto del rejoneo con la pureza y el clasicismo por bandera, ganándose todas las oportunidades que ha recibido sobre el albero. Ahora toca hacer balance de lo que ha sido, según sus palabras, una temporada de consolidación, regularidad y satisfacción.
Leo Cortijo
– Salvo un festival en Murcia, la temporada empezó muy tarde, nada menos que en San Isidro…
– A mí me hubiera gustado empezar antes, pero es que cada vez se está poniendo más complicado llegar más toreado a esas primeras ferias. Es verdad que se hacen menos festejos, pero no entrar en Valencia y Castellón es un hándicap importante. Me preparé muchísimo en casa de cara a Las Ventas, y la verdad es que salí muy contento porque es soñar despierto al cortar tres orejas y abrir una nueva puerta grande.
– Eso supuso la 5ª puerta grande en Madrid, ¿clave de la temporada?
-Sí, y no solo es lo que significa la puerta grande, sino además de la forma tan rotunda que se consiguió, con tres orejas. La verdad es que es la recompensa a tantas horas de invierno y a tanta dedicación. La vi también como una forma de reivindicación. Siempre he sido un torero que he ido apoderado de forma independiente y no me van poniendo el camino fácil, por lo que para mi supuso un golpe de atención para poder volver a las ferias que me he ganado siempre.
– Que hasta ese día, un rejoneador de tu trayectoria no esté en Valencia, Castellón y Sevilla, ¿no suena raro?
– En el mundo del toro, por desgracia, aparte del mal momento económico por el que está pasando, que ha obligado a reducir el número de festejos, se está abusando más que nunca del monopolio que existe por parte de las propias empresas. Entonces, al ser independiente, te cuesta muchísimo más poder entrar ahí, porque no hay cambios que valgan, porque vas solo y no te dan opciones de cambiar cromos con otros apoderados. Por desgracia, estamos viendo cada vez más de eso, y creo que no es nada positivo para la Fiesta. Hay cosas que no se entienden, porque después de cinco puertas grandes en Madrid y otras nueve en Pamplona, y que cueste tanto entrar en los sitios… Lo que tengo son oportunidades que uno va a aprovechando para aguantar el tirón, pero no es nada fácil.
– Antes de Pamplona, como prólogo, llegan Zamora y Burgos, ¿qué sensaciones tuviste?
– La de Burgos fue una corrida muy mansa y complicada. Le corté dos orejas al segundo, que no fue nada fácil. Son de esas orejas que no se olvidan, porque aunque no sea la faena soñada, sí fue de resolver todos los problemas que me puso, y es que ya de salida la gente le pitó. Demostré un momento de madurez y le pude inventar una faena. La de Zamora fue una corrida que salió mansita y con poca transmisión, al primero lo pinché y del segundo me pidieron las dos orejas, pero solo me concedieron una.
– Llega San Fermín, tu plaza talismán, para conseguir la décima puerta grande, pero ¿qué falló?
– Se puso todo un poco en contra. Fue de esas tardes que desde un principio se pone el ambiente muy frío y contrariado. Creo que en cualquier otro momento hubiese cortado una oreja al primer toro, pero en esas circunstancias no pudo ser. Además, en el segundo se puso a diluviar de una forma increíble, y la gente se tuvo que preocupar más por resguardarse del agua. El ganado salió bueno, ya que la corrida se dejó bastante, pero la gente estaba más fría de lo normal.
– No fue en Fallas, pero sí en la Feria de Julio cuando vas a Valencia…
– Sí, pero en Valencia los toros no sirvieron, pues salieron muy mansos y deslucidos, y aun así, si lo hubiera matado le podría haber cortado las orejas, pero es que ahí pasé una racha mala con el rejón de muerte que arrastré dos o tres corridas más. Luego, gracias a Dios, se pasó.
– En agosto visitas multitud de plazas de tercera, ¿esos compromisos suman de cara a la temporada?
– Claro que sí, todos son importantes. Al final, hay que pensar que mi toreo es uno. Es verdad que el escenario tiene menos relevancia, pero mi concepto es el mismo y el intentar torear despacio y pasarme a los toros cerca lo hago exactamente igual ahí que en otras plazas de mayor importancia. Lo mejor ha sido la regularidad que he tenido en todas esas plazas. Ha habido faenas muy importantes, y aunque tengan menos transcendencia son claves para hacer una temporada, para mantener una regularidad, para los caballos, y para uno mismo… para crecer como torero.
– Una de las faenas del año llegó en Vitoria, ¿cómo la recuerdas?
– Esa fue una tarde muy importante. No salí a hombros por la mala racha con el rejón de muerte que te he comentado, pero sí fue una faena para el recuerdo, que si lo llego a matar le hubiese cortado el rabo, porque llegué a cortar una oreja después de cuatro o cinco pinchazos… Le formé un lío, fue una de las faenas importantes de la temporada.
– Después de seis años de ausencia, vuelves a Cuenca y lo haces en un mano a mano con Diego Ventura, ¿cómo lo afrontaste?
– Para mí fue muy importante por muchas cosas. Primero, porque es enfrentarme a una gran figura del toreo a caballo como es Diego Ventura; y segundo, porque supone volver a mi tierra seis años después. En mi temporada cobró muchísima ilusión e interés, pues era una de esas tardes que, desde que queda todo concretado, con mayor ilusión y mayor responsabilidad tenía en mi mente.
– Artísticamente, ¿cómo te viste aquella tarde?
Los dos primeros toros fueron muy complicados: manso y deslucido el primero, y el segundo para aficionados, que se movió pero de mala manera; además en este tampoco entró el rejón. El tercero ya fue una cosa totalmente distinta, por extraordinario, ya que pude torear a gusto, pude mostrar mi tauromaquia y mi concepto y lo logré cuajar muy bien para cortarle las dos orejas.
– ¿Puede ser que te pesase la tarde, entraste tarde y solo te viésemos en plenitud en el tercero?
– Era una ganadería que yo nunca había matado, y es cierto que salí un poquito… no sabía muy bien en un momento determinado si poner un rejón más o un rejón menos, porque no conoces la ganadería, e igual en el primero pequé un poquito de eso, de no conocer el hierro y el tipo de toro. Creo que al primero le puse dos rejones, y ahí creo que me equivoqué. Luego, a lo largo de la tarde, conforme los ves saliendo y ves su comportamiento, vas haciendo más y estando mejor. Creo que es más esto, el no conocer la ganadería, que la propia responsabilidad de la tarde.
– Personalmente, ¿cómo respondió Cuenca después de seis años de ausencia?
– En ese sentido, muy bien, la verdad. Noté mucho calor por parte de la afición y me sentí muy a gusto en todo momento, siempre noté a la gente muy cercana y muy conmigo.
– En septiembre vuelves a estar anunciado en muchas plazas de 3ª, ¿las más especiales?
– Una, Tarancón, porque es mi pueblo, y aunque uno toree todos los años, muchos no saben que cuando estás en casa todavía tienes mucha más responsabilidad. Yo, por lo menos, me lo tomo así porque uno quiere agradar y quiere estar mejor que en ningún otro sitio. Si
empre está la incertidumbre de cómo van a salir los toros, de si podrás estar bien y de si te van a brindar posibilidades de lucimiento… Mil cosas que te pasan por la cabeza y una inquietud muy grande por ser ante tu gente. Otra muy especial fue Herencia, que fue televisada y lo pudo ver muchísima gente. Corté cuatro orejas y un rabo y fue una tarde muy redonda, donde pude explayarme con mi tauromaquia; la corrida resultó extraordinaria y fue una de esas tardes de las que te quedas con la faena, con independencia de que el sitio sea más o menos importante.
– Pero los dos picos del mes fueron Murcia y Albacete, ¿verdad?
– Son dos plazas muy importantes. En Murcia nunca había toreado en la feria y para mi era muy importante causar buena impresión y aprovechar la oportunidad; mientras que Albacete es la más importante del mes. El año pasado ya cuajé un toro de los mejores de la temporada, y este año en mi segundo lo hice muy a gusto y fue otras de esas faenas importantes de la temporada. Personalmente, estas dos citas me sirvieron muchísimo.
– Acabaste la temporada con el festival de los Niños de Toledo y el de Chinchón, ¿siempre al lado de las buenas causas?
– En el caso del de Toledo el motivo era muy bonito. A mí me gusta torear festivales con un cierto sentido, no soy de torear cualquier festival así porque sí, y el de Toledo la causa que tenía era muy noble y me encantó. En cuanto al de Chinchón, aunque el objetivo sea otro, también me gustó. Ya te digo, no soy de torear muchos festivales, porque me gustan que sean con motivos de verdad, porque opino que si toreas todos los festivales se pierde el sentido y se desvirtúa tu presencia.
– Con todo, ¿qué balance final de temporada haces?
– Pues las sensaciones finales de la temporada son muy positivas, de tranquilidad y de satisfacción. Cuando empecé la temporada no sabía lo que iba a torear, si veintitantas o cinco, porque según pintaba… Al final, las corridas me las he ido yo ganando en el ruedo, y poquito a poco el hecho de dar la cara en todos los sitios en los que he estado, me ha hecho que fueran saliendo más oportunidades. Por otro lado, también es positivo el nivel artístico, porque creo que ha habido una regularidad muy importante de cuajar muchos toros; además, la cuadra también ha respondido a un buen nivel. Interiormente me siento muy satisfecho porque creo que las citas claves de la temporada las he aprovechado, y para mi eso era fundamental.
– ¿Qué evolución ha sufrido la cuadra este año?
– Lo peor fue, sin duda, la muerte de ‘Vidrié’. La puerta grande de Madrid la disfruté menos que cualquier otra por eso, precisamente. En aquel momento fue una lesión, pero después eso desembocó en un virus que le causó la muerte. Fue un palo gordo que a uno le descuadra. Gracias a Dios, me pilló con una cuadra amplia y en un buen momento, y se ha podido notar menos, pero sí que es verdad que en cualquier otro momento me hubiera dejado muy cojo. Aun así, en citas especiales como la de Cuenca, que fueron tres toros, le eché mucho de menos porque era un caballo muy especial y que marcaba mucho la diferencia. Al tener una cuadra tan amplia, a raíz de esto, caballos como ‘Titán’ o ‘Trópico’, que habían estado más tapados, he tenido que tirar más de ellos, y han dado la cara con creces. En el lado más positivo, me quedo con la regularidad y el poder haber afrontado esos retos tan importantes y haber salido a hombros.
– ¿Todavía queda muy lejos 2015 para hablar de plazas y ferias?
– Ahora mismo está todo muy parado. Hasta que no pasen las Navidades no se sabe nada, la verdad. Yo sigo montando, trabajando y entrenando, pero el hecho de saber posibles plazas para 2015, por ahora, es muy pronto.
– Pero algunas tienen que caer por su propio peso…
– Ya, pero hay veces que uno se lleva unas sorpresas y unas desilusiones… Esta temporada me ha servido de consolidación en ese sentido. Un año más vuelvo a salir a hombros en casi todas las oportunidades que me dan. Y creo que las cosas, como dices, deben caer por su propio peso. Pero aún así, veremos a ver que nos vamos encontrando.